¡kicolilo!
¿qué es un kicolilo?
¡Pues es un cocodrilo!

¿Ya sabes qué tienen en común un cocodrilo y una mamá que aplica la crianza respetuosa o con apego?
¿Lo adivinas?
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¡La sensibilidad!
¿Sabías que los cocodrilos tienen la mandíbula más potente del reino animal? Imagínate, su mordedura es tres veces más fuerte que la de un tigre.
Sin embargo, sus mandíbulas son extremadamente sensibles, mucho más que nuestras yemas de los dedos. Y la usan para transportar a sus crías, como si de unos brazos se tratara.
Piensa que a pesar de ser uno de los animales más agresivos, cuidan y protegen su camada al máximo
Y la sensibilidad de sus mandíbulas les ayuda para tal fin.
Como la sensibilidad de las mamás que cuidan y protegen a sus pequeños desde el respeto y el apego.
Y es que para llevar a cabo una buena crianza respetuosa con apego se necesita sensibilidad, por muy feroz que se sea a la hora de defender los propios cachorros.
Curioso, ¿verdad?
Pero no, este hecho no es lo que me llevó a escoger un cocodrilo como imagen de mi marca.
Además, creo que es bastante evidente que la deformación de la palabra es cosa de una criatura.
La culpable fue mi nena.
Nos reunimos toda la familia para celebrar no recuerdo el qué. La abuela disfrutando, los primos correteando, los tiets y las tientas charlando.
En ese período, mi niña vivía su estallido lingüístico. Qué mona.
El caso es que nos encontrábamos en el salón de mi madre.
Mientras nuestras bocas se hacían agua a causa del suculento aroma que llegaba de la cocina, el tío divertido de la familia, mi hermano Alex, decidió dibujar diferentes animales en la pizarra de la pared de la sala.
Y mi sobrina y mi hija, de 3 y casi 2 años respectivamente, quisieron conocer sus nombres.
¡Una tortuga! Y de fondo se oía mi pequeña, en su explosión lingüística, ¡tuga!.
¡Una ballena! ¡ena!
¡Un delfín! ¡fin!
Sí, reducía todas las palabras a dos únicas sílabas. Incluso dinosaurio, decía lalo.
Lo consulté con el médico y aseguró que todo ok.
Bien.
Entonces mi hermano perfiló un enorme y hermoso cocodrilo 🐊
“¡Mira! ¡Un cocodrilo!” gritó.
¡De repente mi pequeña superó las dos sílabas! Soltó… ¡kikolilo!
Y se ve que le gustó el bicho. “¡Mira mama kicolilo! ¡Mira iaia kicolilo! ¡Mira Tina kicolilo!”
“¡kicolilo!”
Me causó tanta gracia y su sonoridad me gustó tanto que pensé… “he de montar algo con este nombre… Pero ¿el qué?»
«¡Tu tienda online de portabebés ergonómicos!» Sugirió mi hermana.
¡Claro! ¡Me encanta!
Y así nació Kicolilo. Primero en mi cabeza, luego en el papel y finalmente en el mundo virtual.
¿Y tú quién eres?
¡Hola! Me presento. Soy Judith Roig, mamá, porteadora y ahora vendedora online de portabebés ergonómicos.
Y ahí van algunas curiosidades sobre mi.
1. Estudiante de educadora de porteo ergonómico.
2. Licenciada en matemáticas, en su día trabajé como programadora informática hasta que me harté de la frialdad de los ordenadores y los algoritmos.
3.Pretendí ser terapeuta pero por el camino me quedé embarazada y acabé siendo mamá.
4.La maternidad me ha cambiado la visión del mundo, de la mujer y de la crianza radicalmente.
5.Ahora mi misión es ayudar a los bebés a liberarse de sus cunitas y cochecitos. Con esto quiero decir que los bebés quieren más contacto físico y menos de artificial (sábanas y demás telas sintéticas o semi-naturales).
6.Descubrí los portabebés ergonómicos en un desayuno de emprendedoras gracias a los fulares tejidos de una compañera y su negocio.
7.Me encantan las citas célebres, por ejemplo una de Firestone que considero que describe muy bien la función de los portabebés ergonómicos: «Sacas lo mejor de los demás cuando das lo mejor de ti».
8.Imagino un mundo donde los bebés apenas lloran. No me flipo, con los portabebés ergonómicos sería posible, compruébalo.
9.Cuando descubro algo bueno de verdad lo proclamo a los cuatro vientos. No lo puedo evitar. Por eso he arrancado este proyecto.
10.Piensa que mi nena dormía apaciblemente mientras yo disfrutaba de un buen paseo por la playa, lavaba los platos, escribía un e-mail, hacía la compra…
11.Además también me encanta bailar. Practicaba la nueva disciplina de danza con bebé. Aprendíamos coreografías con nuestros bebés pegados a nuestros cuerpos.
Me salvaron la vida maternal, aunque seguí despertando por las noches y sufriendo otras incomodidades propias del momento, pero jolin,