Voy a confesar.
Durante la época más oscura de mi existencia me aficioné a leer y ver documentales conspiranoicos.
¿Has oído hablar de ello?
Por Internet corren un montón de teorías de conspiraciones mundiales que apuntan en dominar el mundo y someter la humanidad en un estado de esclavitud permanente de una manera que no nos demos cuenta de ello.
Hay quien dice que de hecho ya nos encontramos en esta situación.
No es mi intención analizar estas cuestiones ahora mismo. Si hablo de ello ha sido porque he conectado ideas mientras leía el artículo de Isabel Fernández del Castillo sobre la reciente equiparación de las bajas paternales y maternales, una medida que ha levantado polémica y no es para menos.
Estas son las palabras en concreto que han despertado en mí tan perturbadores recuerdos:
“Estamos ante un tema de enorme trascendencia sobre la salud mental de la sociedad. La mente racional es el último eslabón de un proceso evolutivo complejo, que ha unido en nosotros el cerebro reptiliano, emocional (mamífero) y el neocórtex. Y el puente es el cerebro emocional (mamífero) ese que madura en los primeros años en el seno de vínculos afectivos significativos, el más primario de los cuales es el vínculo madre-bebé. Como decía Joseph Chilton Pearce: “esta integración de lo inferior en lo superior no se está realizando bien en nuestros niños. En muchos casos, está sucediendo al revés. Y no hay nada más peligroso que un brillante reptil“.”
Reptilianos y lagartoides.
¿No serán los lagartoides los brillantes reptiles que se refiere Joseph Chilton Pearce?
Una de las teorías de conspiraciones sociales habla de los Illuminati y los lagartoides. Son seres extraterrestres con apariencia de lagarto transformada en humana para mezclarse entre nosotros, dominarnos y sacar provecho de nuestro trabajo y capacidades.
Algo así como los malos de V, esa serie de los años 80.
Cuando leía esa teoría pensaba que, dejando de lado la credibilidad de la misma, como parábola tenía bastante sentido. Pues sí que es verdad que en este mundo existen personas que parecen dominadas por su cerebro más primitivo, el reptiliano. Seres que ponen toda su inteligencia y sus capacidades a su servicio.
Personas que niegan cualquier manifestación que les pueda recordar quienes son. Empezando por el inconsciente y terminando por el arte, a no ser que les pueda dar prestigio.
Con avidez de acumulación y beneficio, que responde más bien a su instinto de supervivencia, se protegen continuamente de un entorno supuestamente hostil, acumulando y cortando el acceso a los demás. Todos los que no pertenecen a su cerrado círculo social constituyen seres extraños a combatir o a explotar.
No son capaces de actuar por cooperación o solidaridad, detrás de sus acciones existe la amenaza o el castigo. No aprendieron de otra forma que no fuera bajo la presión del castigo y la amenaza. No concibe otro tipo de aprendizaje. No razonan, solo son capaces de obedecer o dar órdenes.
Criando reptilianos
Imagínate, solo responden a su instinto, pura búsqueda de supervivencia en todo momento y los demás solo son de su consideración por puro interés.
“Brillante reptil”.
Todo se gesta desde la más tierna infancia.
Si una criatura no ha sido provista de ternura, de calor, de contacto, de acercamiento emocional cuando sea adulta no será capaz de reproducirlo y con ello muchas habilidades sociales quedarán mutiladas y serán reemplazadas por sucedáneos de cortesía, etiqueta, educación, falsa gentileza.
No es maldad en sí, aunque a nivel práctico se pueda traducir en ello, es falta de humanidad.
Seres desprovistos de calidez que muchas veces no entienden ciertas peticiones de ciertos colectivos. Son reptilianos en el sentido de que su cerebro emocional ha quedado mutilado.
Pueden ser serviciales o dictatoriales. Pero carecen de sentido crítico, aceptan lo establecido sin cuestionarlo.
Creo que no interesa seguir reproduciendo este tipo de seres. Como tantos otros producto de la carencia de los cuidados maternales primarios.
Creo que empieza a ser urgente retomar el precioso valor de la maternidad y crear un espacio de protección hacia la madre y el hijo. Como apunta el citado artículo es una responsabilidad social.
La peligrosa devaluación de la maternidad.
El valor de la maternidad ha sido tan devaluado que actualmente son muchos los que niegan la importancia de la unión materno filial. Y hay que no sólo la niegan, incluso la consideran dañina para el bebé. La idea de protegerla y priorizarla les resulta devastador.
De hecho la situación se ha vuelto tan caótica que una ya no sabe qué pensar.
Que si se culpa a la sociedad de ejercer demasiada presión a la mujer como madre, que se la responsabiliza demasiado. Se ha ido promocionando la figura del hombre como igual al de la madre, cuando no lo es ni lo puede ser. Cuando algunos padres caminan en esa dirección se les felicita, es lo que estamos acostumbrados a hacer, felicitar quien aprende, castigar quien lo hace mal. Y algunas se quejan por la falta de felicitaciones a la madre. Que si el patriarcado, o el heteropatriarcado nos sigue devaluando con nuevas formas. Que si el liberalismo o el neoliberalismo nos sigue alineando a través de diferentes medios.
¡Stop!
La cuestión es que ya llevamos siglos de devaluación maternal. Y me importa un carajo los derechos de los hombres y de las mujeres.
Porque por más que hagamos, reivindiquemos, legislemos, etc. todo será medio inútil si no ponemos en el centro las necesidades de los más pequeños y vulnerables.
Devolver a la maternidad su inestimable valor.
En otro artículo de Patricia Merino Murga, escrito también a tenor de la equiparación de los permisos, hace mención de la polémica de los cuidados y su papel en una sociedad ultra capitalista en la que sólo adquiere valor aquel que puede esdevenir como consumidor. La autora invita a dejar de eludir el tema primordial que se lleva tiempo evitando: la maternidad.
Sus palabras:
“Las mujeres solo vamos a ser reconocidas como iguales cuando la maternidad sea reconocida como una aportación imprescindible, fundacional y extremadamente valiosa para la sociedad . Y a medida que este reconocimiento se dé, los cuidados en general se verán también revalorizados”
han resonado en mi fuero interno con alegría.
“Parece ser que poco a poco las cosas van a volver a su sitio” he pensado.
Y con eso no me refiero devolver a la mujer a la cocina y el hombre a oficina.
No.
Que cada uno haga lo que crea oportuno que para eso nos hemos ganado los derechos.
Apunto simplemente a lo que ya he dicho, retomar el inestimable valor de la maternidad.
Muchos se asustan y lo consideran un retroceso. Claro, lo asocian a volver a los fogones femeninos con un eterno entorno laboral masculino.
Creo que no han entendido el concepto.
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